Hoy no quiero hablarte de colores, composición, materiales ni trucos. Hoy quiero hablarte de algo mucho más importante y que tiene un impacto directo en tu progreso con la acuarela: la actitud.
La verdad sobre la acuarela
Seguramente hayas escuchado hablar de la regla de las 10,000 horas, popularizada por Malcolm Gladwell en su libro Outliers. La idea es simple: para alcanzar la maestría en cualquier disciplina, necesitas al menos 10,000 horas de práctica deliberada. ¿El número es exacto? Probablemente no. Pero el mensaje es claro: la mejora requiere tiempo, esfuerzo y repetición. No hay atajos.
La acuarela es difícil. No te voy a vender películas. Si esperas resultados excelentes en pocos meses, mejor busca otra afición. Dominar este medio requiere paciencia, dedicación y cariño. Y solo hay una forma de conseguirlo: prueba y error.
Sin embargo, veo mucha gente que abandona porque no consigue resultados como los que ve en Instagram. Esas acuarelas perfectas que parecen inalcanzables. Pero lo que no vemos en esas imágenes es todo el proceso: los fallos, los intentos, las horas y horas de práctica. Detrás de cada obra maestra hay cientos de hojas de papel desperdiciadas.
Cómo enfrentar la frustración
Creo sinceramente que el problema no es la acuarela. Es la baja tolerancia a la frustración. Pero, ¿y si en lugar de enfadarte con tus errores los abordaras con curiosidad? En vez de pensar "esto es un desastre", pregúntate: ¿qué salió bien? ¿qué puedo mejorar? Cada vez que termines un dibujo, analiza. Toma nota mental (o mejor, física). La próxima vez que pintes, revisa esa lista y evita repetir los mismos errores. Así es como se progresa.
Y ojo con cómo te hablas. "No valgo para esto", "soy un desastre", "no sé ni para qué lo intento". Para empezar a pintar bien, primero hay que pintar mal. Así de simple. No puedes pintar bien sin antes haber pintado mal. Y mal muchas veces. Fallar no es un retroceso, es un paso hacia adelante. Cada intento es progreso.
Grábatelo.
Y aunque creas que no estás avanzando, sí lo estás haciendo. Cada intento te enseña algo. Tu cerebro va entendiendo mejor la relación entre el agua y el pigmento, qué funciona y qué no. Aunque sigas haciendo chapuzas, eso no significa que no haya progreso. Es completamente normal. Yo también hago chapuzas.
Una buena manera de ganar confianza es llevar un registro de tu evolución. ¿Cómo? No tires tus dibujos, por malos que sean. Guárdalos. O mejor aún, usa un sketchbook (cuaderno). Tener todos tus dibujos en un solo lugar te permitirá ver tu progreso con el tiempo. Yo miro mis primeros sketchbooks y los comparo con los de ahora, y la diferencia es enorme.
Fíjate:
La importancia de planificar
Cuando empecé con la acuarela, me acercaba al papel con nerviosismo e impaciencia. A veces, lanzaba pinceladas sin pensar demasiado, esperando que el agua y los colores hicieran su magia. Con el tiempo, me di cuenta de que esto era un error. Una cosa es fluir con el medio y otra muy distinta es pintar sin dirección.
Si quieres mejorar, empieza por planificar. Antes de tocar el papel, piensa:
¿Cuántas capas voy a usar?
¿Qué quiero representar en cada una?
¿Qué colores necesito?
Tenlos preparados. La acuarela es agua, y el agua se seca, a veces (o casi siempre) más rápido de lo que esperamos. Si no planificas, te pilla el toro y la preparas. La acuarela es un medio impredecible, sí, pero eso no significa que no puedas anticiparte y darle un orden a tu proceso. Esta pequeña preparación hará una gran diferencia en tus resultados.

La clave es la constancia
Si quieres mejorar, dibuja cada semana, varias veces si puedes. No necesitas hacer obras maestras cada vez. Usa un sketchbook pequeño, haz bocetos rápidos, juega con cuatro colores, prueba esa técnica que viste en YouTube o en aquel Reel que guardaste. Pero insiste. No pares demasiado tiempo. La mejora llega con la repetición.
Si por lo que sea estás frustrado con la acuarela y no te apetece ponerte a colorear, haz algo igualmente relacionado. Puedes ponerte a hacer garabatos con lápiz, practicar trazos, la perspectiva o incluso hacer varios dibujos que ya colorearás cuando estés más inspirado. La clave es que no pares, que sigas dando pasos hacia adelante.
Aunque sea poco, aunque sea sin color, lo importante es mantener la inercia y no perder el contacto con el dibujo.
Disfruta el proceso
La acuarela no es solo técnica, también es una experiencia. Es un diálogo entre el agua, el pigmento y el papel. A veces fluye, a veces no. En lugar de frustrarte, obsérvalo. Cada mancha inesperada es una oportunidad, cada error un aprendizaje. Deja de luchar contra el medio y aprende a fluir con él. Piensa en los errores como parte del proceso, no como fracasos.
Vivimos en la era de la inmediatez y la falta de paciencia. Lo queremos todo ya. Y eso nos sabotea.
Aprender acuarela es un proceso, no un evento.
Cuando veo a alguien descubrir a un artista, lo primero que suelo escuchar es "vaya talento", "qué bueno es", "está bendecido". Son palabras que no van conmigo. Cuando veo a un acuarelista que pinta increíble lo primero que me viene a la cabeza es:
“la de horas que hay detrás”.
No pienso tanto en el talento, pienso en el esfuerzo, en las horas de práctica, en los errores corregidos y en la insistencia.
Un reto para ti
La próxima vez que termines un dibujo, no guardes los pinceles sin más. Toma un papel o usa el dorso de tu propia obra y anota dos cosas: qué has hecho bien y qué puedes mejorar. Sé específico. No basta con decir "mejorar los degradados"; anota qué ha fallado exactamente y qué podrías probar la próxima vez.
Así, cuando vuelvas a pintar, tendrás una guía clara. Sabrás qué repetir y qué evitar. Poco a poco, irás afinando tu técnica y viendo progresos reales.
Si incorporas este hábito, no solo mejorarás más rápido, sino que ganarás confianza en tu proceso. Y al final, eso es lo que realmente importa.
Sigue pintando, sigue aprendiendo. Nos vemos en el siguiente email.
Un abrazo.
Atte:
Que hermoso como lo cuentas
Magnífico artículo que refleja la realidad de cualquier nueva afición y en especial en la acuarela. Describes muy bien lo que pasa cuando pretendes adquirir una habilidad. Felicidades por regalarnos está reflexión.